Escribiendo Hojas En Un Libro
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Escribiendo Hojas En Un Libro

“Escribir es como mostrar una huella digital del alma” Mario Bellatín,
 
ÍndiceÍndice  GaleríaGalería  Últimas imágenesÚltimas imágenes  BuscarBuscar  RegistrarseRegistrarse  ConectarseConectarse  

 

 La Cortesana

Ir abajo 
4 participantes
Ir a la página : Precedente  1, 2, 3
AutorMensaje
Vero_me
Invitado




La Cortesana - Página 3 Empty
MensajeTema: Re: La Cortesana   La Cortesana - Página 3 Icon_minitimeMiér Dic 07, 2011 11:55 am

Nenaaaaaa, como me a gustado esta aventura, pero lo mejor es que acaba con una sonrisa.
Me he reído mucho leyéndola y por eso me da mucha pena que acabe.
Por eso estoy deseando leer eso epilogo para poner punto y final a esta historia tan bonita
(porque me pondré melancólica siempre que acaba una historia?) jajaja no enserio me encanta

Bueno amore estaré pendiente para cuando lo subas.
Besitos guapísima, espero que estés bien.
Volver arriba Ir abajo
Ione_nav
Miembro junior
Ione_nav


Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 35
Localización : Estella, Navarra, Spain

La Cortesana - Página 3 Empty
MensajeTema: Re: La Cortesana   La Cortesana - Página 3 Icon_minitimeMiér Dic 07, 2011 5:00 pm

EPÍLOGO



Todas las tragedias acaban con la muerte,
todas las comedias llegan a su fin con el matrimonio.
LORD BYRON
Don Juan, Canto III


El escándalo que suscitó el juicio de lord Rinaldi resultó muchísimo mayor que el que había suscitado su divorcio. Los periódicos dedicaron columna tras columna a desgranar los detalles del proceso. El señor Cruikshank y sus compañeros dibujantes deleitaron a los lectores con un festín de caricaturas: lord Rinaldi besando el trasero a Napoleón; lord Rinaldi disfrutando de una orgía de alcohol con un grupo de damiselas sifilíticas; la cabeza de lord Rinaldi en forma de seta sobre un estercolero; lord Rinaldi defecando sobre una Gran Bretaña tomada por el enemigo; lord Rinaldi robando comida a un grupo de soldados famélicos... Y esas eran las más indulgentes.
Día tras día, cada vez que trasladaban a Su Señoría a Westminster para asistir a las sesiones diarias del tribunal, una muchedumbre arrojaba animales muertos y excrementos a su carruaje, ya que las verduras y las frutas podridas se consideraban insuficientes para expresar los sentimientos de los leales británicos.
El juicio fue muy largo. Más que el de la reina Carolina y bastante más sórdido. Al final fue declarado culpable, cosa que no sorprendió a nadie.
Sin embargo, se las apañó para eludir a la justicia. La víspera de su ejecución fue encontrado agonizando en el suelo de su celda. No se le permitió el uso de cuchillas, navajas, cuerdas y tampoco de tirantes, en previsión de que intentara suicidarse. Unas precauciones excelentes, aunque resultaron insuficientes. Porque de algún modo consiguió veneno. Lo encontraron vivo, pero era demasiado tarde. No se pudo hacer nada. Murió horas después, tras una horrible agonía.
Dados los síntomas que describía el recorte del periódico que una de las hermanas de Peter les había enviado, este concluyó que debió de ser arsénico. Y que no había sido un suicidio.
—Si logró hacerse con el veneno —le dijo a Lali—, también podría haberse hecho con una pistola o con una cuchilla. Además, de entre todos los venenos, ha elegido el arsénico, cuya dosis es muy difícil de calcular. Me apuesto lo que quieras a que ha sido una mujer. No es tan difícil envenenar a un preso.
—¿Aunque esté vigilado a todas horas? —le preguntó su esposa—. ¿Cómo lo habrías hecho tú?
—No pienso decírtelo —contestó—. Si decides envenenarme, tendrás que apañártelas tú sola, siguiendo la ancestral tradición de mis antepasados.
—Bueno, no pienso devanarme los sesos en busca de su asesina —dijo Lali—. Podría haber sido cualquiera de los cientos de mujeres de las que se aprovechó.
—Alguna que no huyó cuando se desató el escándalo —señaló Peter.
—Su querida Johanna ni siquiera esperó hasta ese momento —le recordó ella—. Ya se había ido antes de que Quentin pusiera un pie en Londres.
Las cartas comenzaron a llegar poco después de que esa conversación tuviera lugar. Lord Byron le había dicho por carta a Lali: «Por fin uno de los dos ha sido vengado». Junto con la carta le envió un poema escrito para celebrar la ocasión, que contenía varias insinuaciones subidas de tono sobre su segundo marido.
Lord Quentin también había escrito para mantenerlos al día sobre el proceso judicial y para agradecerle a ella en concreto su ayuda para poder cerrar el caso en el que habían estado meses trabajando.
Y después, para la más absoluta sorpresa de Lali, comenzaron a llegar cartas de antiguos amigos y conocidos. Cartas de agradecimiento y también de disculpa.
Sin embargo, la más sorprendente para los dos fue la carta del rey. Se la entregó un mensajero especial una tarde de febrero, mucho después de que los criados les hubieran llevado la correspondencia. Esa tarde esperaban invitados, ya que Rocio y Pablo iban a cenar con ellos antes de salir juntos para la ópera.
Peter estaba tumbado en el sofá, contemplando los putti. El día que trataron el tema de la residencia en la que iban a instalarse después de la boda, fue él quien sugirió el palazzo Neroni por el apego que sentía hacia las figuras de yeso.
Lali se sentó a su lado, carta en mano, y él se incorporó para leer por encima de su hombro. Entre otras cosas, Su Majestad agradecía a Lali el riesgo que había corrido por su país.
—No lo sabías, ¿verdad? —murmuró él después de que ambos hubieran leído la carta sumidos en un estupefacto silencio—. Arriesgaste tu vida para salvarme sin saber que estabas realizando un servicio público.
—Ha sido un detalle por parte de Quentin convertirme en una heroína —dijo ella—. Pero en realidad actué así porque estaba locamente enamorada.
—Fue un detalle por tu parte que te dejaras llevar por la locura —admitió—. Una locura, pero todo un detalle.
Lali apartó la primera hoja para seguir leyendo la siguiente.
—¡Por el amor de Dios! —exclamó ella.
—¡Dios mío! —exclamó él a su vez.
—Qué tontería. ¿En qué están pensando?
—Lord y lady Delcaire. —La miró—. ¿Qué te parece? Nos conceden un título... por servicios a la Corona, ni más ni menos.
—El título es para ti —precisó ella—. Yo soy un simple aderezo.
—Desde luego, y muy picante por cierto.
—Vaya... con lo que me ha costado acostumbrarme a ser la señora Lanzani.
—Hay varias señoras Lanzani, cara mia —le recordó—. Y todavía quedan algunas por llegar, sin duda. Pero piensa que como lady Delcaire llevarás una preciosa corona con bolas de plata y un manto de armiño que podrás ponerte para las coronaciones.
—¡Pero si el rey ya ha sido coronado!
—Podrás ponerte la corona y el manto para irte a la cama.
Lali sopesó la idea.
—Sin nada más.
—Una idea estupenda. Una de las muchísimas cosas que adoro de ti es tu sentido de la moda.
—Pero tendríamos que ir a Londres —dijo ella.
—Sería lo más apropiado —reconoció él—. ¿Harías el sacrificio? No tenemos que quedarnos para siempre. Pero quizá sí unos cuantos meses al año. Tal vez durante el apogeo de la temporada social. ¿Sí?
—¿Cómo negarme? —preguntó ella a su vez—. Mis amigos me han pedido que los perdone. A mi marido le han concedido un título nobiliario. El apogeo de la temporada social me parece estupendo. Celebraremos fiestas. —Soltó la carta, distraída por los alegres planes—. Una cena para empezar, creo. ¡Será divertidísimo! Me pregunto si podremos convencer a Rocio y a Pablo para que también vayan a Londres. Seguro que podemos. Si la nombra condesa o algo así, nadie protestará. Y él es un príncipe extranjero. Todo el mundo deja que la realeza haga lo que le plazca, sobre todo si es extranjera. No tienen que regirse por las mismas normas. —Asintió con la cabeza—. Sí, podemos hacerlo.
La miró en silencio un instante, deleitándose con la exótica belleza de su rostro, que resplandecía de felicidad. Era incapaz de enumerar lo mucho que la amaba, pero tal vez fuera de esa manera, rebosante de alegría y vivacidad, cuando lo sentía más que nunca.
—Ven aquí—dijo al tiempo que se pegaba al respaldo del sofá para dejarle sitio, dando unas palmaditas al asiento—. Todavía no he besado a lady Delcaire.
—Ni hablar —declinó ella con voz remilgada mientras esos extraordinarios ojos lo miraban con picardía—. Me arrugarás el vestido.
—Esa era mi intención.
—Tenemos invitados.
—¡Seguro que se asustan! Ven aquí, mujercilla. Lo único que quiero es darte un beso... y tal vez unos cuántos cariñitos conyugales.
Ella se echó a reír mientras extendía su precioso cuerpo en el sofá, a su lado. La tomó de la barbilla para girarle la cara y la besó, larga y dulcemente. Lali le enterró los dedos en el pelo con infinita ternura.
Cuando se separaron por fin y vio la expresión tierna con que lo miraban esos ojos verdes, Peter pensó: «Sí, me ahogaré feliz en sus profundidades».
—¿Cuándo nos vamos? —quiso saber ella—. A Londres, me refiero.
—Cuando quieras. —Sus manos se deslizaron por el corpiño del vestido—. ¿Dentro de quince días? ¿Cuánto tarda una mujer en hacer el equipaje para un viaje largo?
—Creo que podré apañármelas en quince días —contestó.
—Evidentemente, volveremos —le aseguró—. No sé cuánto tiempo soportaré sin estar cerca de los niños.
La vio mirar al techo con una sonrisa.
—Son tan ridículos... aunque es verdad que se les coge cierto apego, sí.
—O se les pegan cosas... en sus inocentes traseros, por ejemplo. —Guardó silencio justo cuando una de sus manos pasaba por encima de la curva de sus pechos—. Eso me recuerda una cosa. Cuando lleguemos a Londres, no le digas a nadie dónde escondiste las cartas.
Su advertencia la hizo abrir los ojos, cuyos párpados habían comenzado a entornarse debido a sus caricias.
—¿No se lo has dicho nunca a Quentin? ¿El no te lo ha preguntado?
El día que le entregaron las cartas solo él bajó de la góndola en el embarcadero de San Lázaro mientras ella lo esperaba en el interior.
—No solemos hablar de los detalles en estos casos—respondió—. Me limité a darle el paquete y él me dijo: «Ya iba siendo hora». Y se fue.
—Si ni siquiera te dio las gracias, se merece que no se lo digamos —sentenció.
—No se lo habría dicho aunque lo hubiera preguntado —le aseguró—. ¿Quién sabe? Tal vez algún día necesite el escondrijo —dijo al tiempo que volvía a acariciar los pechos de su mujer.
—Creía que te habías jubilado —señaló ella.
—Desde luego que lo he hecho — admitió—. A pesar de lo emocionante que fue tenerte como cómplice del crimen. Aunque debería decir cómplice en la lucha contra el crimen.
—Pero siempre has dicho que era emocionante. Tu trabajo, í
—Ya estaba harto de vivir en un perpetuo engaño cuando llegué a Venecia —confesó—. Pero las cosas dejaron de ser aburridas en cuanto te conocí. Y la cita con Eugenia Suarez ha sido, posiblemente, la experiencia más espeluznante de mi vida.
Lali se acomodó en el sofá y alzó una mano para acariciarle el mentón.
—Fue emocionante.
Peter volvió la cabeza para besar la palma de la mano que lo acariciaba.
—Todo es culpa de tu impulsividad. Le añadió un factor que hacía años que no sentía. Puro miedo. —Frunció el ceño—. No, pensándolo bien, estar casado contigo será de por sí bastante emocionante. De todas formas, es mejor que nos guardemos el secreto de los putti. ¿Te parece bien?
Antes de contestar, su esposa siguió el contorno de sus labios con un dedo.
—Si, eccellenza —respondió por fin.
Su respuesta le arrancó una carcajada y ella apartó la mano al instante.
—¿Qué? —le preguntó—. ¿Es que no se llama eccellenza a todos los aristócratas?
—Es tu acento —le explicó—. Demasiado inglés.
—El márchese decía que tenía un acento encantador.
—Es delicioso —le aseguró—. Toda tú eres deliciosa. Olvida al márchese.
El brillo travieso volvió a iluminar los ojos de Lali, resaltando las motitas doradas de sus iris.
—No sé si podré hacerlo. Tal vez necesite alguna... diversión.
La mano que le acariciaba el pecho descendió por ese curvilíneo y maravilloso cuerpo.
—Muy bien, lady Delcaire. Veamos hasta qué punto puedo divertirla.

FIN
Volver arriba Ir abajo
Mais020291
Miembro junior
Mais020291


Mensajes : 178
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 33
Localización : Lima, Peru

La Cortesana - Página 3 Empty
MensajeTema: Re: La Cortesana   La Cortesana - Página 3 Icon_minitimeMiér Dic 07, 2011 5:32 pm

Ay! Qué lindo finalll!!!
Espero el epílogo!


Editooooooooooo!

Este fue el epilogo!!!! :O :O
Y yo que ilusamente crei que era el ultimo capitulo jajajaja

Ay, Dios! Se termino! Sad

Espero otra nove.. a ver si esta vez te animas a seguir escribiendo un cuento de navidad


Última edición por Mais020291 el Jue Dic 08, 2011 12:49 pm, editado 1 vez
Volver arriba Ir abajo
Vero_me
Invitado




La Cortesana - Página 3 Empty
MensajeTema: Re: La Cortesana   La Cortesana - Página 3 Icon_minitimeJue Dic 08, 2011 11:11 am

AAAyyyy no me puedo creer que ya termineee juuuu

Me ha encantado esta historia de verdad, es que ha tenido de todo!!!!
GRACIAS GRACIAS

Nenaaaa a sido un placer leerla
Te esperaremos con otra? jajaja

GRACIAS y muchos besos!!!!!

pd: cuando sigas con la tuya avisa eh? jejeje muaaaaa!!
Volver arriba Ir abajo
Contenido patrocinado





La Cortesana - Página 3 Empty
MensajeTema: Re: La Cortesana   La Cortesana - Página 3 Icon_minitime

Volver arriba Ir abajo
 
La Cortesana
Volver arriba 
Página 3 de 3.Ir a la página : Precedente  1, 2, 3

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
Escribiendo Hojas En Un Libro :: Novelas :: Adaptaciones-
Cambiar a: