Siendo todavía un adolescente te conocí, recostado en la puerta azul del cuarto te vi bailar; bailar al compás de esa música que tanto te gustaba. Un, dos, tres, movías tus caderas; un, dos, tres, movías tus pies. Eras mi vecina, todos los días te veía salir de tu casa para ir al colegio, nunca nos habíamos hablado, solo nos mirábamos y sonreíamos el uno al otro. Ese día, cuando mamá fue a hablar con tu mamá, me dijo que la acompañara. Y, así lo hice. El sonido de la música me llevó escaleras arriba, mamá se había entretenido con la conversación; y, ahí me vi en la puerta azul, viéndote bailar.
La conoció de quince años
En una vieja puerta azul se enamoró
Sueños en el aire, diamantes en el cielo
Que no dan para vivir.
Unos años después, me vi en la misma puerta azul, pero esta vez tú estabas probándote el vestido de novia, ese que no podía ver porque dicen algunos que eso trae mala suerte. Quizás fue eso lo que trajo las consecuencias, quién sabe. Me quedé mirando, hasta que te diste cuenta de mi presencia; reí nervioso y tú tan solo te limitaste a sonreírme y alejarme de la habitación, regalándome antes un beso de despedida. Pero, en esa misma puerta azul fue donde unos días después, yo caí arrodillado a tus pies, intentando entender, buscando una explicación. No entendía por qué habías salido corriendo de la Iglesia, porque no aceptaste casarte conmigo. Me sentí morir.
Y otra vez fue quedándose en sus brazos
Arrodillado a sus pies de ella cayó
Fue dulce como un pecho
Conduce la fragilidad
Siente que se va a quebrar
Es ahora cuando se me vienen a la mente esos recuerdos, y por más que digo una y otra vez que no debo regresar a ellos, es imposible no hacerlo. Es imposible olvidarte. Es imposible olvidar el engaño.
Una puerta azul
Nunca hay que abrirla
Las pesadillas son muy largas.
Una puerta azul
No hay que ni tocarla
Piensa que es mejor dejarla.
Esa puerta azul me vio a mí, llorando luego de tu confesión; luego de confesarme que nunca me amaste, que solo querías casarte conmigo porque tú estabas embarazada. Embarazada? Y, por qué nunca me lo dijiste? Nunca me lo dijiste porque el hijo no era mío. Y de pronto, cayó tu antifaz, se borró esa imagen de la dulce y bella novia; te convertiste en una sucia, loca, una persona sin corazón. Hay días en que pienso, esa puerta azul, solo estaba llena de droga; por qué? Porque tú eres como una droga, una adicción de la cual es imposible de escapar. Ahí te conocí, ahí te pedí matrimonio, ahí te vi de novia, ahí me contaste tu engaño, ahí estuviste tú con él.
Es más linda que la linda
En golpe de conciencia cae su antifaz.
Sucia, loca, lo quiere matar
Había droga en la puerta azul.
Ahora, tantos años después, esa puerta azul sigue siendo mi pesadilla. Pero es ella, mi actual esposa, la que calma ese recuerdo, la que me susurra siempre: “Esa puerta azul no hay que ni tocarla, piensa que es mejor dejarla”. Es ella, mi nueva puerta azul, mi nueva adicción; es esa droga que me trae calma, más no angustia.
Una puerta azul
Nunca hay que abrirla
Las pesadillas son muy largas.
Una puerta azul
No hay que ni tocarla
Piensa que es mejor dejarla.