Epílogo
Finalmente, Peter y Lali no pudieron casarse hasta finales de otoño. Hampshire estaba vestido con el color de las hojas secas, la nueva temporada de caza había comenzado, los perros se sacaban cuatro mañanas a la semana, y ya se habían recogido las últimas cestas de fruta de los árboles. El heno había sido segado, las codornices habían dejado los campos y su canto fue sustituido por la alegre melodía de los tordos y de los verderones amarillos.
Durante todo el verano y una buena parte del otoño, Lali había tenido que soportar las continuas ausencias de Peter, por sus frecuentes viajes a Londres para resolver sus asuntos legales. Con la ayuda de lord Sierra la petición de extradición del gobierno americano fue denegada, permitiendo a Peter quedarse en Inglaterra. Después de procurarse un par de abogados hábiles e informarles de todos los detalles de su caso, Peter los envío a Boston para apelar al tribunal supremo.
Mientras esperaba noticias de ellos, viajó sin descanso, supervisando la construcción de la fábrica en Bristol, contratando empleados y estableciendo canales de distribución a lo largo de todo el país. A Lali le pareció que Peter no era el mismo desde que por fin se habían aclarado los secretos de su pasado … como si de alguna manera eso lo hiciera más libre, mas carismático y más seguro de sí mismo.
Siendo testigo de la energía ilimitada de Peter y su creciente lista de logros, Pablo Martinez le informó de que en cuanto se cansara de trabajar para la compañía Esposito, tendría un puesto en el Ferrocarril. Esto instigó a Juan Esposito para proponerle a Peter un porcentaje superior de los beneficios de la empresa de jabón.
—Seré millonario antes de cumplir los treinta —le había comentado Peter a Lali—. Si consigo permanecer fuera de cárcel, por supuesto.
Sorprendió a Lali que toda su familia, incluso su madre, se hubiese unido en defensa de Peter. Si lo hacían en beneficio de Lali o en el de su padre, era algo que ella no tenía muy claro. Juan Esposito, quien siempre había sido tan intolerante con todo el mundo, había perdonado a Peter por engañarle en el acto. De hecho, Esposito parecía apreciarle sinceramente, como si de verdad fuera hijo suyo.
—Estoy segura —le había comentado Candela a Lali—, de que si Peter hubiera cometido un asesinato a sangre fría, papá diría inmediatamente: “Bueno, sin duda el muchacho tendría una poderosa razón”.
Como descubrió que mantenerse ocupada hacía que el tiempo pasase más deprisa, Lali ocupó su tiempo en encontrar una casa apropiada en Bristol. Finalmente se decidió por una casa grande situada a la orilla del mar que había pertenecido al dueño de un astillero y su familia. Acompañada de su madre y su hermana, que adoraban ir de compras mucho más que ella, Lali compró muebles confortables y tejidos hermosos para confeccionar cortinas. Y por supuesto, se aseguró de comprar estantes suficientes para todos sus libros.
Peter procuraba ver a Lali cada vez que disponía de algunos días. Ya no había restricciones entre ellos, ni secretos o miedos. Tenían largas conversaciones mientras paseaban admirando el paisaje somnoliento del verano, encontrando un deleite interminable en su mutua compañía. Y en las noches en las que Peter visitaba a Lali en la oscuridad y hacía el amor con ella, él embargaba sus sentidos de un placer infinito y su corazón de alegría.
—He intentado mantenerme lejos de ti —le susurró una noche, abrazándola con ternura mientras la luz de la luna dibujaba sombras sobre las sabanas.
—¿Por qué? —preguntó Lali, echándose sobre él hasta que quedó tumbada sobre la superficie musculosa de su pecho.
Él jugó con la oscura cascada que formaba su cabello.
—Porque no deberíamos volver a hacer esto hasta que estemos casados. Existe el riesgo de que...
Lali le silenció con su boca, sin detenerse hasta que su aliento se aceleró y su piel empezó a arder. Ella levantó la cabeza y le sonrió con los ojos brillantes.
—O todo o nada —le dijo ella—. Así es como te quiero.
Finalmente llegaron noticias de los abogados de Peter, un comité formado por tres jueces de Boston, examinó minuciosamente las actas del juicio, tras lo cual decidieron anular la sentencia, y cerrar el caso. También dictaminaron que el caso fuera archivado, frustrando por consiguiente cualquier esperanza que la familia Waring tuviera de apelar.
Peter había recibido las noticias con serenidad, aceptando las felicitaciones de todo el mundo y agradeciéndole a los Esposito y a los Sierra todo su apoyo. En privado, junto a Lali, la compostura de Peter se quebró, se sentía inundado de un inmenso alivio. Ella compartió con él la inmensa alegría de ser libre, en un momento íntimo que atesorarían por siempre entre los dos.
Y por fin llegó el día de su boda.
La ceremonia que se celebró en la capilla de Stony Cross Park fue inusualmente extensa, gracias al vicario, decidido a impresionar a todas las visitas ricas e importantes, muchos de ellos de Londres y cierta cantidad de Nueva York. El servicio incluyó un sermón interminable, un número inaudito de himnos.
Lali esperó pacientemente ataviada con un vestido de raso color champagne, sus pies se movían con incomodidad dentro de sus zapatos nuevos. Apenas podía ver a causa del velo de tul adornado con perlas elaborado en Valenciennes.
La boda se había convertido en una prueba para su paciencia. Ella se esmeró por permanecer con una actitud solemne, pero al dirigir una mirada furtiva hacia Peter, alto y hermoso vestido con una elegante levita negra y una corbata blanca almidonada… su corazón saltó de felicidad.
Después de pronunciar los votos, a pesar de la severa advertencia de Mercedes de que el novio no debía besar a la novia, pues esa costumbre no era muy popular entre los miembros de la nobleza… Peter atrajo a Lali hacia el y la besó con ansia en los labios delante de todo el mundo. Se escucharon un par de suspiros y algunas risitas entre la multitud.
Lali levantó la mirada a los brillantes ojos de su marido.
—Es usted un descarado, señor Lanzani —susurró ella.
—Aún no has visto nada, —contestó Peter con un murmullo, mirándola con ternura—. Reservo mi peor comportamiento para esta noche.
Los invitados se dirigieron al interior de la casa. Después de saludar a miles de personas, y sonreír hasta que le dolieron las mejillas, Lali dejó escapar un largo suspiro. Tras la ceremonia tuvo lugar un banquete de bodas que podría alimentar a media Inglaterra, después llegaron los brindis y las felicitaciones persistentes. Cuando todo lo que ella quería era estar a solas con su marido.
—Oh, no te quejes —escuchó que le decía Candela divertida—. Al menos una de nosotras tenía que tener una boda tradicional. Bien podías ser tú.
Daisy se dio la vuelta y vio a Candela, Rochi y Euge, de pie tras ella.
—No iba a quejarme —repuso—. Sólo estaba pensando que hubiera sido mucho más fácil fugarnos a Gretna Green.
—Eso habría sido muy poco original, querida, teniendo en cuenta que Euge y yo ya lo hicimos ante que tú.
—Ha sido una ceremonia preciosa —le dijo afectuosamente Rochi.
—Y muy larga — respondió Lali con pesar—. Llevo horas de pie sin parar de hablar y sonreír.
—Tienes razón —le dijo Euge—. Ven con nosotras, las florero vamos a celebrar una reunión.
—¿Ahora? —preguntó Lali aturdida, recorriendo con la mirada los semblantes animados de sus amigas—. No podemos, tenemos que atender a los invitados.
—Oh, déjalos que esperen —repuso Cande alegremente. Agarró del brazo a Lali y la sacó del comedor principal.
Cuando las cuatro jóvenes salieron al vestíbulo para dirigirse al saloncito de mañana, encontraron a lord Riera, que iba en dirección opuesta. Lucía elegante y deslumbrante con su traje de gala, se detuvo y miró a Euge con una tierna sonrisa.
—Tengo la impresión de que estáis escapando de algo —comentó.
—Así es —le dijo Euge a su marido.
Lord Riera deslizó el brazo alrededor de la cintura de Euge y le preguntó con un susurro:
—¿A dónde vais?
Euge meditó la respuesta por un momento.
—A alguna parte donde Lali pueda empolvarse la nariz.
El vizconde le dirigió a Lali una mirada dubitativa.
—¿Y sois necesarias las cuatro? Pero si es una nariz muy pequeña.
—Sólo serán algunos minutos, milord —contestó Euge— ¿Crees que podrás excusarnos delante de los invitados?
Lord Riera sonrió burlón.
—Tengo un suministro interminable de excusas, cariño —la tranquilizó él.
Antes de soltar a su esposa, él la besó en la frente. Su mano se demoró un instante sobre su vientre. La sutil caricia pasó desapercibida para las demás.
Pero para Lali no, ella supo de inmediato lo que significaba. “Evie guarda un secreto“, pensó, con una amplia sonrisa.
Llevaron a Lali hasta el invernadero, dónde la luz otoñal brillaba intensamente a través de las ventanas, y los perfumes cítricos inundaban el aire. La despojaron de la corona de flores de azahar y del velo, Candela los dejó sobre una silla.
Había una bandeja de plata colocada sobre una mesa cercana, con una botella de champagne enfriado y cuatro copas altas de cristal.
—Queremos hacer un brindis especial, querida —dijo Cande, mientras Rochi vertía el brillante líquido en las copas—. Por tu final feliz. Ya que has tenido que esperarlo más tiempo que el resto de nosotras, diría que te mereces la botella entera. —Sonrió abiertamente—. Pero vamos a compartirla contigo, de todos modos.
Lali rodeó con sus dedos la copa de cristal.
—Debería ser un brindis por todas nosotras —dijo—. Después de todo, hace tres años las perspectivas de contraer matrimonio, para cualquiera de nosotras, eran pésimas. Apenas conseguíamos una invitación para bailar. Parece increíble lo bien que han resultado las cosas...
—A pesar de haber t-tenido cierto comportamiento indecoroso y algún escándalo que otro —replicó Euge con una sonrisa.
—Y hemos seguido siendo amigas —añadió Rochi.
—Por la amistad —dijo Candela, de repente su voz adquirió un tono ronco.
Y sus cuatro copas se unieron para compartir ese momento especial.
Fin
Que puedo decir que no haya dicho ya???
Bueno me repito... GRACIAS a todas las personas que leyeron la nove,
pero me voy a dar el lujo de dedicarsela a tres personas
a las que con el paso del tiempo he aprendido a querer...
Vero, Lau y Mais es para vosotras.
Gracias por esos comentarios me esperaban al levantarme y que me alegraban todo el dia.
Gracias por leer esta novela que he subido con todo el amor del mundo.
Gracias por todo de verdad, de corazón.
Voy a ir cortando que sino no acabo nunca jaja.
Espero que os haya gustado y deciros que tengo alguna que otra nove en mente.
Muchisimos besos a todas y espero que nos sigamos leyendo, aqui o en Twitter.
Ione.