Amor de perros
En Comodoro rasgaste mi piel
Un largo viaje al desierto cruel
Capítulo 1:Y volvías, después de tanto tiempo volvías. Volvías a la ciudad del viento, a esa que te vio nacer, crecer e irte.
Veintitrés horas, treinta minutos y cincuenta y cinco segundos – con suerte, si no había problemas de nieve en Garayalde - faltaban todavía para llegar a destino y vos ya no sabías como sentarte. Siempre fuiste inquieto y arriba del colectivo parecía potenciarse, sumado a eso eras bastante alto y tus piernas parecían recordártelo a cada segundo cuando cambiabas de posición.
Por ahora ibas sin acompañante, aunque no sabías si así sería todo el camino. Enviaste un mensaje antes de perder la señal y te debatiste entre mirar el dvd que iban a poner o escuchar música, obviamente ganó la segunda.
Cerraste los ojos y te dejaste llevar por la voz de Ciro y tu mente voló muchos años atrás y lloraste, lloraste al recordar ese momento y aunque quisiste negártelo lloraste al acordarte de ella. Porque hay un corazón que se parte cuando te vas a ninguna parte, cuando vos sabes que tu lugar está aquí, aquí, junto a mí… ¿Por qué tenías que volver a acordarte de todo eso? si vos estabas bien con Luli ¿o no? Hace años que pasabas de largo esa canción en la lista de reproducción, no sabías porque, en realidad lo sabías pero nunca lo habías querido asumir.
Mora era la razón. Nunca habías olvidado esa noche cuando ella con su guitarra bajo el brazo llegó a tu casa y te cantó esa canción, rogándote entre líneas que te quedaras con ella. Mora había sido tu primer amor, habían salido dos años y todo terminó cuando vos te fuiste a la capital a cumplir tu sueño y ella se quedó acá… ustedes ya sabían cómo venía la mano, vos siempre supiste que ella iba a estudiar allá y ella siempre supo que vos te ibas a ir, pero cuando llegó el momento se apareció en tu casa a cantarte esa canción y te partió el corazón en mil pedazos, tanto que casi no tomás el avión al otro día, pero lo hiciste, te fuiste convenciéndote de que si tenía que ser iba a ser, ahora, en diez años, en veinte, si tenían que estar juntos así iba a ser.
Te secaste las lágrimas y te dormiste pensando en cómo estaría ahora, hace años que no sabías prácticamente nada de ella, sólo que estaba bien, eso te decía tu mamá cada vez que le preguntabas… después de muchas horas volviste a abrir los ojos, ya se encontraban en Madryn, cabe aclarar que cuando te subías a un bondi de larga distancia solías convertirte en una morsa. Miraste a tu alrededor y te encontraste con que estabas rodeado de un tercio menos de personas.
Estiraste tus músculos y luego de escuchar que podían bajar cinco minutos te paraste y saliste de allí lo más rápido que pudiste, necesitabas nicotina. Cuando terminaste tu cigarrillo llamaste por teléfono a tu casa y por suerte te atendieron.
-¿Franco?
-si tía, ¿Cómo está todo por allá?
-acá estamos hijito, en un ratito me voy a ver a tu mamá ¿por dónde venís?
-estamos en Madryn asique calculo que en seis horas estaré llegando
-bueno mándame un mensajito cuando estés llegando así me encargo de que alguien te valla a buscar
-no te hagas problema tía ¿Cómo está mamá?
-delicada Fran – contestó después de un largo suspiro – yo vine para tu casa a buscar unos papeles, me agarraste justo, porque no había nadie cuando llegué
-¿mi viejo?
-hoy pasó a verla con Marta – su esposa – estuvo un rato largo. Dijo que te vayas a dormir allá así no estás solo
-ahora quiere ejercer su deber de padre cuando nunca hizo más que pasarme guita – largaste sin pensar – disculpá tía, vos no tenés porque escuchar esto – dijiste mientras te revolvías el pelo
-yo sé cómo son las cosas Fran soy su hermana pero no soy tarada y tu mamá es mi amiga. Bueno te dejo Franco, me voy a la clínica, no quiero dejar a Julia mucho tiempo sola, no me gusta
-decile que estoy por llegar
-la sedaron Fran, ayer cuando la fui a ver se quiso sacar todo y le empezó a subir la presión asique los médicos tomaron esa decisión
-¿Por qué se hizo esto? ¡le faltaba una sola operación tía! ¡una sola! ¿con qué necesidad? – preguntaste
-mirá hijito, ella era consciente de lo que hacía, por lo tanto fue su decisión y hay que respetarla. No sé porque lo hizo pero se ve que esto venía desde hace tiempo, según los médicos desde hace más de dos meses que no toma la medicación
-¿respetarla? ¡es mi mamá! Yo no puedo respetar que se haya dejado morir lentamente – esbozaste y cortaste el teléfono, te habías descargado con tu tía y ella pobre no tenía nada que ver
Subiste nuevamente al colectivo, cuando estaban saliendo de Puerto Madryn recibiste un mensaje de Luciana, cuando llegues mándame un mensaje así te llamo. Luciana, una amiga, así la presentabas, aunque ella era más precisamente, una amiga con derecho a roce, no se te puede borrar la cara que puso cuando le dijiste que volvías a Comodoro, era indescriptible y te pidió que te quedes – la historia se volvía a repetir, pero con distinta protagonista – aunque cuando le contaste porque te volvías lo entendió. Prometiste volver en algún momento, pero los dos sabían que no iba a ser así, no ibas a volver a pisar el suelo porteño en mucho tiempo.
Las horas pasaron entre una película y otra y cuando te quisiste acordar ya estabas entrando a tu ciudad. Reíste al ver que todo estaba tal cual, apenas agarraste señal te contactaste con tu tía para avisarle que en media hora estarías en la terminal, ella te contestó que te iba a estar esperando… una sensación rara te invadió al ver que todo seguía igual, la gente, los negocios, las plazas descuidadas, las calles llenas de baches, el mar y cuando el colectivo entró en la terminal, se estacionó y abrió su puerta también pudiste comprobar que el clima era el mismo de siempre, el viento y el frio más frio del país.
Allá en Buenos Aires cuando la gente se quejaba del viento reías y les decías que vallan a tu ciudad que ahí si iban a saber lo que era el viento, vos, como todos los comodorenses ya estabas acostumbrado a eso, sea otoño, invierno, primavera o verano Comodoro sin viento no era Comodoro.
Cuando te estabas bajando recibiste un mensaje de tu tía en el que te avisaba que no iba a poder ir a buscarte asique buscaste tu valija y te fuiste caminando hasta el sanatorio que quedaba a unas pocas cuadras de allí.
La gente que pasaba te miraba raro, pero a vos no te importaba, seguiste tu camino, entraste al sanatorio y preguntaste en recepción por tu mamá, te comentaron que estaba en terapia intermedia, pero que habías llegado en un horario en el que podías ingresar a verla, asique luego de decirte en el piso en el que se encontraba te dirigiste hacia el ascensor.
Al salir del mismo te encontraste con tu tía sentada en una silla agarrándose la cabeza con las manos y te imaginaste lo peor. A su lado estaba Mónica, tu madrina, la mejor amiga de tu mamá llorando también y Mora, su hija, tu Mora, intentando consolarla. Caminaste decidido hasta allá y al verte tu tía te abrazó fuertemente. Vos decidiste no pensar en nada…
-Está con convulsiones, recién entraron los médicos, no sabemos nada – mucha información de una – pero tranquilo va a estar todo bien, recién llamé a tu papá, está viniendo – te avisó y te llevó para que te sientes a su lado. Te abrazó como cuando eras chiquito
Un médico salió y te soltó de sus brazos para correr hacia donde este estaba, vos te quedaste sentado, no querías escuchar nada de lo que el médico podía tener para decir. Las lágrimas comenzaron a salir de tus ojos y una mano tomo a las tuyas. Se miraron y ella te abrazó fuertemente.